Hace unas semanas os contaba porqué el Foam Roller era uno de mis aparatos favoritos para incluirlo en los entrenamientos de pilates. Y esta vez quiero hablaros de la Fitball, esa pelota grande que seguramente a la mayoría nos es familiar.
Uno de los motivos por el que la Fitball nos es tan conocida para la mayoría es porque también se utiliza en otras disciplinas además de en pilates. Es una muy buena opción para las personas que pasan largos ratos sentados si trabajas, por ejemplo, en una oficina, sustituyéndola por la silla habitual, sobre todo en mujeres embarazadas. Esto es debido a que al sentarnos sobre la Fitball nos obliga a mantener una correcta alienación de la espalda mientras activamos nuestra musculatura, y al ser un elemento lleno de aire,”blandito”, liberamos carga a la pelvis y, por tanto, alivio en la zona lumbar. Y así, aportamos una ayuda extra al mejoramiento de nuestra postura corporal como complemento a nuestro entrenamiento de pilates.
Pero llevando la Fitball al pilates, sin duda, es el más divertido, y he de reconocer que fue al ver los ejercicios que se podían realizar con esta, lo que hicieron que me motivara a hacer pilates desde una perspectiva más amena.
Además por su inestabilidad, aporta en muchos casos las mismas ventajas que el Foam Roller en cuanto a mejora del equilibrio, estabilidad y fortalecimiento del centro. Lo que se traduce en menos probabilidad de caídas y mejor tonificación muscular.
Mi ejercicio favorito es la pirámide con la Fitball. ¿Quieres descubrir cuál es el tuyo?